tabaquismo& obesidad
Del tabaquismo a la obesidad
EL primer aniversario de la promulgación de la llamada ley antitabaco ha coincidido con un paso significativo en la campaña del Ministerio de Sanidad contra hábitos no saludables, rompiendo el acuerdo antiobesidad con la federación de establecimientos de comida rápida por incumplirlo algunos de ellos en la publicidad de sus productos. El consumo de tabaco y la ingesta excesiva o desordenada de grasas, azúcares y alcohol son costumbres perniciosas muy presentes en la vida cotidiana, relacionadas además con el sedentarismo. Hábitos que presentan la agravante de una iniciación precoz que multiplica el riesgo de desencadenar serias patologías. El consenso científico y médico al respecto resulta tan abrumador que las instituciones no pueden eludir su obligación de desarrollar campañas de sensibilización y de aplicar medidas disuasorias o restrictivas. Entre otras razones porque al gravísimo impacto que los efectos de tales costumbres tienen sobre la salud y la calidad de vida de millones de ciudadanos se le añade el irracional coste que soporta la sanidad pública como consecuencia del tabaquismo y la obesidad. El barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) ha demostrado la eficacia de tales medidas con la entrada en vigor de la ley de prevención del tabaquismo. Que en su primer año de aplicación el porcentaje de fumadores haya bajado del 30% al 23,7% y que más de la mitad de estos deseen dejar de fumar cumple con las expectativas más optimistas.
La displicencia o el desagrado con el que muchos ciudadanos recibieron la ley contra el tabaquismo se ha convertido un año después en una aceptación masiva, con un grado de cumplimiento casi absoluto en los centros de trabajo, es un hecho a tener en cuenta ante las campañas de Sanidad para prevenir la obesidad. El consumidor debe tener en cuenta que los consejos para la deshabituación del tabaco o de los excesos y desórdenes alimentarios no derivan del capricho de las autoridades, por discutibles que sean las formas empleadas para ello. Se trata de hábitos que contribuyen directamente al desarrollo de enfermedades coronarias, cánceres, disfunciones renales, y a un serio deterioro de la calidad de vida.
Es obligación de las autoridades sensibilizar contra los hábitos insanos en la escuela y en campañas para que los adultos mejoren su dieta y la inculquen a sus hijos. Pero es responsabilidad de cada ciudadano ser consecuente con la información que ya posee sobre los riesgos apuntados. En cualquier caso, para que los programas de prevención y disuasión consigan la aceptación social necesaria y resulten eficaces, ni las campañas publicitarias ni las leyes-marco son suficientes. Es imprescindible una cooperación más estrecha con los gobiernos autonómicos, que son los titulares de las competencias en sanidad y educación, entre otras. Sólo de esa manera se podrá contar con habilitaciones presupuestarias acordes con las necesidades de prevención. Aunque es probable que, además, acabe siendo precisa una reflexión sobre la financiación de la asistencia sanitaria ante patologías causadas por hábitos continuados cuya perniciosidad sea sobradamente conocida y cuyos efectos hayan sido advertidos al paciente mediante consejos médicos desatendidos reiteradamente por éste.
La displicencia o el desagrado con el que muchos ciudadanos recibieron la ley contra el tabaquismo se ha convertido un año después en una aceptación masiva, con un grado de cumplimiento casi absoluto en los centros de trabajo, es un hecho a tener en cuenta ante las campañas de Sanidad para prevenir la obesidad. El consumidor debe tener en cuenta que los consejos para la deshabituación del tabaco o de los excesos y desórdenes alimentarios no derivan del capricho de las autoridades, por discutibles que sean las formas empleadas para ello. Se trata de hábitos que contribuyen directamente al desarrollo de enfermedades coronarias, cánceres, disfunciones renales, y a un serio deterioro de la calidad de vida.
Es obligación de las autoridades sensibilizar contra los hábitos insanos en la escuela y en campañas para que los adultos mejoren su dieta y la inculquen a sus hijos. Pero es responsabilidad de cada ciudadano ser consecuente con la información que ya posee sobre los riesgos apuntados. En cualquier caso, para que los programas de prevención y disuasión consigan la aceptación social necesaria y resulten eficaces, ni las campañas publicitarias ni las leyes-marco son suficientes. Es imprescindible una cooperación más estrecha con los gobiernos autonómicos, que son los titulares de las competencias en sanidad y educación, entre otras. Sólo de esa manera se podrá contar con habilitaciones presupuestarias acordes con las necesidades de prevención. Aunque es probable que, además, acabe siendo precisa una reflexión sobre la financiación de la asistencia sanitaria ante patologías causadas por hábitos continuados cuya perniciosidad sea sobradamente conocida y cuyos efectos hayan sido advertidos al paciente mediante consejos médicos desatendidos reiteradamente por éste.
La ciudadanía debe ejerciones de "participacion ciudadana" y protestar por sus derechos humanos ;
Saludos cordiales
RODRIGO GONZALEZ FERNANDEZ
RODRIGO GONZALEZ FERNANDEZ
tabaquismos21.blogspot.com
CONSULTAJURIDICACHILE.BLOGSPOT.COM
Renato Sánchez 3586 dep 10
Santiago, Chile
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